domingo, 8 de noviembre de 2015

Dos ventajas del libre mercado


Dos pensamientos en torno al tema de la colusión de empresas del papel en Chile. Ahora, cuando veo que los supermercados tienen que rebajar los productos de las firmas coludidas, porque los consumidores se niegan a comprarlo (gracias a @mcamhi por la imagen).

1) El libre mercado permite, posibilita la decisión ética del consumidor que puede no comprar ese producto.

2) La libre competencia hace posible que haya otros productos para comprar. Que exista alternativas. Imagínate en un sistema estatista o que permite y hace posibles los monopolios, donde no se resguarda la competencia, en un régimen así, no habría productos opcionales que reemplacen al que no se desea comprar.

Una empresa puede quebrar no sólo porque sus productos sean malos o sus precios inadecuados (en este caso, sí lo son) si no, porque no toma decisiones éticamente correctas, ni ajustadas a derecho, sino las decisiones contrarias.

Ante la colusión no necesitamos menos sino más mercado.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Mi respuesta a la respuesta de Carlos Larraín a mi respuesta a su carta


Era muy larga... Tiene razón El Mercurio para acortarla. Y qué bien lo hacen...! Gracias al Mercurio de Santiago, excelente diario. En todo caso, copio aquí el texto original. 

Sr. Director: 

Agradezco a Carlos Larraín su amable y (divertida) respuesta. Tengo que aclarar que no soy corresponsal de nada, ni de nadie. Soy profesional liberal y absolutamente independiente.

En realidad, el argumento del tu quoque, del "tú también", no es un argumento tomista, sino que es una argucia reconocida como tal en la historia de la filosofía. Sólo se admite en dos ocasiones: cuando, en derecho civil, una parte exige el cumplimiento de un contrato, en circunstancias que la contraparte no lo ha cumplido. En derecho internacional, se expresa en el principio de la reciprocidad. 

En derecho público, por su parte, el tu quoque es inadmisible, ya que no hay un derecho a que el estado trate de manera injusta a nadie. Sería un tratamiento injusto hacer la vista gorda o dejar de aplicar la ley en algún caso, debido a razones subjetivas. La ley es general y es objetiva. En chileno: la ley pareja es justa. No se puede intentar defender a empresarios coludidos arguyendo que funcionarios del estado "también lo hacen". 

El estado -sea quien sea quién esté en el gobierno- no es un participante más del acontecer jurídico, social o económico. El estado -la Fiscalía Nacional Económica- tiene que tomar cartas en el asunto en un caso de colusión, cuando se forman carteles o existe un acuerdo destinado a favorecer a los participantes y perjudicar a terceros: a los consumidores y a las empresas no coludidas. Esto es lo más contrario a una supuesta "adoración del mercado en estado ígneo" de que habla el ex-senador. La alteración del precio natural de un bien o de un servicio es, a todas luces, una “conducta fraudulenta”. La auto-delación de la empresa en cuestión no fue motuproprio, sino originada por una investigación sobre violaciones a la libre competencia realizada en Perú.

La economía de mercado requiere que se respete el fair play, el juego limpio. Que se compita en entregar la mejor calidad, el mejor servicio, los mejores precios (que no necesariamente son los más bajos). Y que cada consumidor/a escoja libremente el producto que quiera. Que goce de la libertad de no comprar algún producto por razones éticas. Es esta, la mejor expresión de la democracia económica cotidiana. Gracias a Dios, en Chile, hay otros productos que se pueden comprar, como es propio de una economía de mercado. Sólo puedo decir que un pueblo que se comporta de esta manera, está muy lejos de ser "un pueblo que medite cosas vanas" (salmo 2, citado en latín en su carta).

El estado eficiente está regido por la ley y el derecho. No es un grupo de amigos, ni tampoco un grupo de enemigos. El estado  tiene que velar por el respeto al rayado de la cancha. Si la cancha es dispareja, tiene que emparejarla. Si el estado no la empareja, el gobierno no será reelegido (la alternancia en el gobierno es característica de la democracia, Popper) y se castigará judicialmente a los funcionarios corruptos. Así debería ser y así es en los países de la OECD (concepto de good governance) de la que Chile forma parte.  

Tanto la corrupción como la colusión tienen que ser combatidas. No es correcto contraponerlas, como diciendo: los unos deben ser castigados; los otros, no. No tiene sentido dar a la lucha contra la corrupción o contra la colusión un tono político, como hace el ex-consejal. Pienso que es perjudicial. Hace un flaco favor a la empresa y a la iniciativa privadas. El real enemigo es la corrupción y la colusión y no el rival político... que, por lo demás, no es un enemigo.  

Para terminar, insisto en que los empresarios coludidos deberían echar ceniza sobre sus cabezas, entregar a la Fiscalía absolutamente todos los antecedentes, castigar a sus ejecutivos involucrados. Asimismo, pensar en el futuro e implementar una omnipotente y omnipresente sección de compliance. Y, al mismo tiempo, clamar al cielo: "¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!" (Salmo 50).

Cordialmente,

Marta Salazar, Abogado